Artículo de opinión del director de CMS MAG, Jorge Mediavilla
Vaya por delante que no me gusta llamarlas alucinaciones, se trata de fallos o errores. De la misma manera, las famosas fake news son la propaganda y manipulación de toda la vida, aunque esta vez más peligrosa debido a su difusión sin control en redes sociales.
Lo que ocurre hoy en día, en este sentido, es que la gente es más consciente que nunca del poder del lenguaje y muchos lo utilizan en su beneficio. Ahora se crean nuevas palabras y se usan eufemismos, circunloquios y otras técnicas similares para intentar disfrazar cosas que, de otra forma, no tendrían un pase. El coliving mola hasta que te das cuenta de que es compartir piso con un par de colegas zarrapastrosos que no pagan cuando les toca y los errores colaterales no suenan muy mal hasta que averiguas de lo que se trata realmente.
La gente es más consciente que nunca del poder del lenguaje y muchos lo utilizan en su beneficio.
Aclarado esto, estuve el otro día reflexionando y me dio por pensar en qué hubiera pasado si chatGPT no cometiera este pequeño error de las alucinaciones, un asunto que, según parece, no tiene fácil solución por cómo es la tecnología. ¿Qué hubiera sido de los periodistas (y muchos otros profesionales de distintos ramos) si la tecnología hubiera sido desde el principio más fiable?
A pesar de que la inteligencia artificial (IA) generativa miente con libre albedrío, el producto se ha popularizado a nivel mundial con una velocidad nunca vista antes en la historia. Su uso está ya incluso medianamente generalizado en las redacciones, donde los estudios indican que se abraza sin problemas. Que la herramienta falte a la verdad no ha importado demasiado ni a la gente ni a los propios periodistas. ¿Cierto?
Todavía hace falta alguien al volante, pero no por mucho tiempo, así que vayamos haciendo las maletas mentales.
Lo más gracioso de todo es que este pequeño problema de las alucionaciones es el responsable de que muchos periodistas sigan gozando de una buena silla de oficina. Todavía hace falta alguien al volante, pero no por mucho tiempo, así que vayamos haciendo las maletas mentales para seguir aportando valor en un mundo que en unos años será capaz de editar un periódico de forma 100% autónoma y fiable.
Yo mismo era reticente a aceptar la IA en mi día a día al principio, pero veo que los jueces no van a defender mucho a los creadores de contenido (principalmente porque la IA crea obras derivadas a partir de unas fuentes que no están claras), por lo que quizás lo mejor sea relajarse y recostarse en su regazo.
Los periodistas que sabemos un poco de todo tenemos en la IA un comodín para alcanzar el repóquer laboral.
En este sentido creo que perfiles como el mío, periodistas que hemos trabajado de jefes de producto o de proyecto (incluso he llegado a ser general manager), que sabemos un poco de todo, incluyendo temas legales, financeros, etc, tenemos en la IA el comodín para alcanzar el repóquer laboral a la hora de emprender. Con la IA, además internacionalizar es mucho más fácil, entre otras cosas.
En algunas ocasiones en mi vida sentí que quizás saber un poco de todo, ser un periodista digital todoterreno, cotizaba poco en las empresas en favor de especialistas, pero seguramente la IA ha dado la vuelta a la tortilla. Te lo digo porque hago mis propios contratos, mis facturas y, en general, lo que haga falta asistido por una IA que cada vez controlo más y es más inteligente. Un especialista seguramente lo haría mejor, pero no más barato y ya sabes: los negocios salen adelante porque ganan mucho dinero o porque gastan poco.





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