* Resumimos en CMS MAG este artículo de Glide Publishing Platform realizado por Rob Corbidge.
A medida que la era de los productores de contenido en redes sociales amplían sus límites, en parte gracias a la inteligencia artificial (IA) y a su creatividad, merece la pena reflexionar sobre las diferencias -y similitudes- entre esa forma de trabajar y las de las organizaciones de medios tradicionales.
Un caso interesante para comenzar el análisis es el de los «GunTubers» estadounidenses. Existe una pequeña constelación de canales de armas activos y destacados en YouTube y otras plataformas. Su contenido está dirigido tanto a tiradores aficionados como a personas que, aunque nunca hayan tocado un arma, sienten curiosidad por este tema.
Dado que su material consiste principalmente en disparar, preparar disparos o hablar de lo que han disparado, YouTube ha establecido ciertas restricciones sobre lo que pueden mostrar. Estas normas —o «líneas rojas», como se dice ahora— son comprensibles, aunque algo arbitrarias, considerando la responsabilidad legal que podría recaer sobre Alphabet (propietaria de YouTube) si, por ejemplo, alguien utilizara la información de uno de estos canales de forma irresponsable. Incluso la mera asociación puede resultar problemática, como descubrió el canal Demolition Ranch el año pasado, cuando el presunto atacante de Donald Trump fue encontrado vistiendo una camiseta de su marca.
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Sin embargo, como bien saben quiénes se han enfrentado a las cambiantes «Términos y Condiciones» de estas plataformas, las políticas pueden modificarse con frecuencia y de manera arbitraria, a menudo desconcertando a quienes habían cumplido escrupulosamente con las normas previas.
Como sucede con cualquier negocio o medio que depende de algoritmos ajenos, el alcance puede ser dado… o retirado. Y, en algunos casos, los canales completos eliminados.
La fuerza de la colectividad
Consciente de esta vulnerabilidad, algunos creadores independientes de contenido sobre armas han decidido unirse para crear su propia plataforma de streaming, donde su público pueda disfrutar de contenido sin las restricciones de las políticas de YouTube, a cambio de una suscripción. Ninguno de ellos podría haberlo hecho en solitario, pero juntos han conseguido los recursos necesarios.
En esencia, han creado una empresa de medios no tan diferente de aquellas que las plataformas parecían empeñadas en marginar, aunque con un enfoque temático que estas mismas plataformas prefieren evitar.
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Quizás estemos en medio de un ciclo. Los GunTubers no están solos. Numerosos canales especializados en historia han lanzado iniciativas similares, y uno de los canales tecnológicos más grandes, Linus Tech Tips (LTT), creó hace tiempo su propia «tabla de salvación», Floatplane.
Es probable que haya otros creadores diversificando sus opciones ante un creciente número de plataformas. Por ejemplo, sea cual sea el desenlace del posible veto a TikTok en EE. UU., este tipo de situaciones impulsa a los creadores a considerar alternativas.
El poder del respaldo
Al reflexionar sobre esto, recordé una de mis primeras experiencias con el departamento legal del periódico The Times cuando era un joven periodista en formación en Londres.
Era un viernes por la noche, y un abogado de la redacción llegó para revisar una copia. En mi inexperiencia, supuse que este profesional, encargado de evaluar riesgos legales, sugeriría suavizar el tono del artículo o evitar ciertos detalles.
Pero fue todo lo contrario. Analizó el texto con detalle y sugirió ampliar o reforzar ciertos aspectos, asegurando que, en su opinión legal, podían resistir cualquier escrutinio. Fue entonces cuando comprendí la fortaleza que suponía contar con abogados experimentados que no solo garantizaban la aceptabilidad del contenido, sino que empujaban a los periodistas a ser más audaces. Era casi como un superpoder secreto.
Confía en mí, soy un influencer
Una de las lecciones más importantes de la era de los creadores de contenido es la cuestión de la confianza. Un creador comienza con credibilidad nula ante su audiencia y debe ganársela para convertirse en una referencia habitual.
Este proceso, aunque orgánico, se ve facilitado por el formato personal de las redes sociales. Los creadores suelen presentarse a sí mismos, y no a una entidad, lo que les permite ganarse la confianza de forma más directa.
Esto representa un desafío significativo para los grandes medios. Sin embargo, como demuestran los ejemplos anteriores, la fortaleza de la acción colectiva puede proteger frente a las tormentas más intensas.
Si observamos las listas de éxitos musicales, veremos una gran cantidad de artistas individuales y colaboraciones esporádicas, pero menos grupos tradicionales. Es una muestra de la individualidad de nuestra época. No obstante, las notas que componen estas canciones contemporáneas revelan una uniformidad sorprendente, quizás más evidente ahora que antes.
El empoderamiento individual está muy bien, pero es crucial no subestimar el valor del esfuerzo colaborativo a largo plazo, el tipo de trabajo que los medios establecidos todavía están preparados para ofrecer.
* Contenido realizado en colaboración con GPP.
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