Una semana más, acudo raudo a leer y disfrutar del artículo de Rob Corbidge en Glide en la que hoy trata la interesante historia entre las empresas tecnológicas y las redes sociales, por un lado, y los medios de comunicación, por otro. Una historia que no siempre se ha contado como se debe, desde ambos lados. “La historia no siempre la escriben los vencedores”, comenta en Glide…
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Su tesis es que la historia la están escribiendo personas ajenas a la propia historia, gente que se ve afectada, pero que no está en el meollo de la cuestión, y la razón sería que “las grandes empresas tecnológicas se han estado moviendo demasiado rápido como para preocuparse” de escribir y dominar el relato.
Esta es al menos la impresión que se le queda a Corbidge después de disfrutar el siguiente vídeo en el que comentan el tema Jesper Doub, ex director de asociaciones internacionales de noticias en FB/Meta, y Madhav Chinnappa, un veterano de 13 años en Google y ex director de desarrollo del ecosistema de noticias de la empresa. Esta charla, celebrada hace solo un par de semanas, se titula “¿Qué salió mal entre las grandes tecnologías y las noticias? ¿Y algo salió bien?” y no tiene desperdicio.
Lo interesante de esta charla es la peculiar visión de Chinnappa y Doub, cuyas carreras híbridas, a medio camino entre lo editorial y la tecnología, son especialmente interesantes puesto que fueron precisamente los encargados por las grandes tecnológicas de “reducir la fricción entre los gigantes tecnológicos y nuestra industria de medios y contenidos”. Sin duda son perfiles muy alejados de los grandes y hieráticos gurús tecnológicos a los que la industria editorial no puede dar más igual.
Inicialmente, en el período que va del año 2012 al 2018, el bando tecnológico todavía pensaba que la relación con los medios de comunicación y creadores de contenidos podía ser mutuamente beneficiosa y reinaba el optimismo, pero tanto Chinnappa como Doub aseguran que pronto estas buenas sensaciones dieron paso al resentimiento y la sospecha.
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Desde la perspectiva de Doub, los editores estaban «durmiendo en clase» mientras Google y Facebook ganaban terreno en el mercado publicitario. Sus intentos en 2010 para que empresas editoriales mejoraran sus datos para aumentar así sus ingresos y suscripciones fueron anuladas por las cúpulas de los propios medios, al parecer muy contentas con sus formas de vender y hacer marketing en ese momento.
Tanto él como Chinnappa hablaron del sorprendente ritmo al que puede moverse una gran empresa tecnológica cuando un proyecto y producto es de su interés, sin tener en cuenta algunos de los efectos que sus movimientos, decisiones y pruebas puedan tener.
Y mientras, los medios, dormidos y ensimismados… Sus quejas caían en Meta en saco roto, llegaban a ingenieros ocupados en cumplir sus propios objetivos y totalmente dispuestos a encogerse de hombros ante cualquier reclamación sobre bajada de tráfico de cualquier gran periódico.
Preguntado Chinnappa sobre qué haría ahora diferente si hubiera podido volver atrás y tomado diferentes decisiones en Google, piensa que debería haber cogido todo el presupuesto haber tratado con “pequeñas [editoras] digitales independientes, las nativas, las que entienden”, poniendo en la picota a los grandes medios tradicionales que venían de imprimir sus periódicos. Aunque también indica que la diferencia que hubiera marcado habría sido poca.
En general asegura que en Mountain View tienen poca a ninguna visión sobre el cambio estructural que estaba experimentando la industria de las noticias, incluso aunque informó directamente a Sundar Pichai, presidente de Google, al respecto. Simplemente no era el objetivo de Google y había poco dinero para tratar de entenderlo.
Hablando de la cifra de entre 12.000 y 14.000 millones de dólares anuales que, según una investigación reciente, Google y Meta deben a los editores estadounidenses por el valor extraído de su contenido, Doub simplemente dijo que Meta actualmente considera que el valor es cero.
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Al final, ambos ponentes concluyeron que el juego entre las grandes tecnológicas y las grandes empresas de contenidos es un juego de poder e influencia y las grandes tecnológicas como Google o Meta simplemente no están interesadas en hacer decrecer la suya en favor de los medios. La triste realidad, concluye Corbidge, es que las tecnológicas ni han podido ni han querido dejar de dañar a su estanque de pesca favorito, los contenidos. “El crimen de las Big Tech fue simplemente no darse cuenta [de que dañaban a la industria editorial], y nuestra culpa fue asumir lo contrario” y pensar que sí que eran conscientes.
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Autor: Jorge Mediavilla Martínez es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y lleva ejerciendo más de 20 años como editor de noticias, primero, y posteriormente como Product / Project Manager en empresas tan prestigiosas como ya.com, Yahoo!, acierto.com, Wunderman Thompson (grupo WPP) o grupo PRISA, entre otros. Además colabora con la URJC. Síguele en LinkedIN o Twitter. Contacto