Artículo de opinión del director de CMS MAG, Jorge Mediavilla
Durante las vacaciones, en verano, cuando hay poco que hacer y la única preocupación es la subida de la marea, es fácil que uno divague. A mí me dio por pensar si Internet va o no por buen camino.
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Si uno se pone a pensar en los inicios de Internet, cuando todo era más inocente y reinaban los diseños de colores llamativos y gifs animados y lo compara con lo que existe hoy en día, es lógico que a uno le dé morriña. Solo hay que comparar el uso lúdico y desenfadado de las redes sociales de hace 20 años lo que se puede ver hoy en día.
No voy a caer en la trampa de pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Lo cierto es que, a pesar de todo, en general vivimos mucho mejor que hace 20 años y no digamos ya que hace 100. Pero razones para estar preocupado hay. Gracias a nuestros móviles vivimos ya, de facto, en el mundo orwelliano de 1984.
Como en los vídeos de Tik Tok en los que un Tiktoker vestido de operario de la construcción mira en diferentes direcciones en cada una observa un desastre constructivo diferente, así estoy yo ahora con Internet. Si miro a un lado, spam, si cruzo la mirada, manipulación pura y dura, si la alzo, ataques sin contemplaciones a la privacidad, si la bajo, noticias falsas, y si cierro los ojos, ciberdelincuencia y guerra cibernética.
Sí, todavía existen gatitos en Twitter y los típicos tweets del chico o chica que ayer conoció al hombre o mujer de su vida en un concierto, desea conocerlo y pide que Twitter haga su magia, pero no compensa. Tampoco el Turbius metiendo más Mentos en la botella de la Coca-Cola.
Hace ya bastante tiempo que prefiero no usar demasiado las redes sociales. El hecho de que se haya acuñado la palabra “postureo” habla por sí solo. Gran parte es falso, de cartón piedra, y lo peor es que el algoritmo no descansa hasta que te lo comas entero y sin rechistar. ¡Es que en muchas redes ya ni puedes desactivar el algoritmo, han quitado esa opción!
Menos mal que estaba mi compadre Manuel Gómez en el pódcast en vídeo para subirme un poco la moral.
En serio. No vayáis de optimistas digitales mientras existan empresas como Meta usan los datos privados de los usuarios para entrenar a la IA sin su permiso simplemente porque pueden hacerlo y porque los reguladores no se lo han impedido. Lo peor de todo es que esto es solo un ejemplo de las múltiples tropelías de las grandes empresas tecnológicas. Se mueven rápido, rompen cosas y conocen la ley, pero la ignoran si les conviene.
Me siento como Esperanza Aguirre al que todas las empresas tecnológicas, como a ella subalternos, le salen rana y no puedo evitar sentirme algo culpable “in vigilando”, aunque yo pinte poco tirando a nada. Es algo parecido al que siente ecoangustia y no pueda evitarlo.
Todo ello sin mencionar la IA generativa, el mayor robo de contenido de la historia. Y superar a Google en este aspecto era difícil. Veremos cómo nos sale OpenAI, pero si no cambian las formas y maneras de las grandes tecnológicas, es clara candidata a rana de pelo en pecho, tupé y chupa de cuero, y no hay legislación que lo pueda impedir.
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Autor: Jorge Mediavilla Martínez es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y lleva ejerciendo más de 20 años como editor de noticias, primero, y posteriormente como Product / Project Manager en empresas tan prestigiosas como ya.com, Yahoo!, acierto.com, Wunderman Thompson (grupo WPP) o grupo PRISA, entre otros. Además colabora con la URJC. Síguele en LinkedIN o Twitter. Contacto
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